Personajes Singulares de la Historia XXIX: Diógenes de Sinope, el cínico de la tinaja.

Diógenes sentado en su tinaja, Jean-León Gérome.
Hacia el año 412 a.C. nació Diógenes en Sinope, colonia griega fundada por los jonios en el Mar Negro (en la actual Turquia). Los primeros años de su vida son muy oscuros, realmente, conocemos su vida gracias a su homónimo Diógenes Laercio, historiador y filósofo griego del siglo III d.C. y su magna obra Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. En la que repasa la biografía de los más importantes filósofos griegos desde Tales de Mileto hasta Epicuro, pasando por el maestro Sócrates y sus discípulos entre los que se encuentra la escuela cínica a la que perteneció Diógenes de Sinope. Gracias a Diógenes Laercio sabemos que su padre era un prestamista y banquero llamado Hicesias, que un día consultó al oráculo y decidió falsificar moneda, Diógenes ayudó en tal delito a su padre, y ambos fueron desterrados de Sinope. Curiosamente, la arqueología parece confirmarlo por el gran número de monedas falsas encontradas en Sinope datadas en esa fecha y firmadas por Hicesias.

Muerte de Sócrates, Jacques-Louis David.
Un hecho que marcó su vida, al verse obligado a errar por Esparta o Corinto hasta llegar a Atenas, donde se convirtió en discípulo de Antístenes, uno de los primeros discípulos de Sócrates, y que, según Platón, estaba presente en la muerte de Sócrates en el 399 a.C. Los pupilos de Sócrates, el gran maestro de la filosofía griega, fueron muchos, entre ellos destacan Aristoteles o Platón, que describe a su maestro como un pensador capaz de impulsar hacia la virtud a los demás y de dominarse a si mismo. La grandeza de Sócrates fue tal que surgieron numerosos escuelas filosóficas por la dispersión de sus pupilos tras su muerte. Una de ellas era en cinismo de Antístenes, que partiendo de las ideas socráticas llegó a la conclusión de que la civilización era el mal que lastraba la felicidad del hombre, la forma de vida ideal para alcanzar la felicidad es llevar una vida muy sencilla cercana a la naturaleza, despreciando las riquezas y los bienes materiales, esto es, lo superfluo. Antístenes vivía en las afueras de Atenas, al margen de las leyes y los convencionalismo sociales de Atenas. 

Diógenes buscando el hombre honesto. Jacob Jordaens.
Diogénes decepcionado la forma de vida y superficialidad ateniense, conoce a Antístenes se empapa de su cinismo (muy diferente a lo que hoy entendemos por cinismo, como tendencia de falta de fe en la bondad humana expresada a través de la ironía y el sarcasmo) y llevó al extremo las directrices de la escuela cínica. Diógenes fue un alumno aventajado y superó a su maestro llevando al límite la forma de vivir austera, viviendo en la indigencia total al margen de leyes y costumbres de Atenas. Diogénes sublimó el cinismo filosófico griego al entregar su vida a la austeridad y el abandono personal de lo mundano, para denunciar la vanidad y lo superficial y artificioso de la conducta humana. Diógenes, el “Sócrates delirante” como el llamaba Platón, estableció su vivienda itinerante en su célebre tinaja y dormía a la intemperie en los pórticos de ágoras y templos.

Diógenes por Jules Bastien-Lepage.
Caminaba descalzo ataviado con su humilde capa, pero siempre estaba buscando nuevas formas de reducir su ya escasa dependencia de lo material. Como ejemplo en una de sus múltiples anécdotas (que habría que entender como una combinación de mito y realidad, pero son tantas que nos hacen ver que estábamos ante un indudable genio), un día caminando por Atenas ve a un niño bebiendo agua de la fuente con sus manos y entiende que no necesitaba cuenco o escudilla para el agua. De esta forma, Diógenes dice “este muchacho me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas", mientras tiraba su escudilla. Otro día al ver a otro niño que se le rompía su plato, se deshizo del suyo y empezó a comer sus lentejas en un agujero en su madrugo de pan. Además se dedicaba a llevar al extremo la libertad de la palabra, a criticar, satirizar con cinismo y denunciar los limites de la libertad del hombre como riquezas, leyes e instituciones. Otra de sus anécdotas fue que mientras Diógenes comía sus lentejas fue visitado por el filósofo Aristipo, que transigía y adulaba a las instituciones de Atenas y al rey. Aristipo le dijo “… si aprendieras a ser sumiso al rey no tendrías que comer esa basura de lentejas”, a lo que Diógenes replicó “… si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey”. 

La fábula de Diógenes, Giovanni Benedetto.
El cínico de la tinaja es célebre por su carácter irreverente y su actitud provocadora y obscena, ya que actuaba con total libertad en su vida. De manera que, para Diógenes ninguna actividad humana requería intimidad, hacía sus necesidades en público, en la calle, a la vista de todos. Incluso, un día se masturbó en el Ágora, plaza y centro neurálgico de Atenas, un acto que fue reprendido por muchos atenienses a los que el filósofo contestó “¡Ojalá, frotándome el vientre, el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!”. Otro de sus grandes momentos fue cuando un hombre poderoso de Atenas le invitó a un banquete a su lujosa casa, con el único óbice de que no escupiera en su casa. Diógenes, en ese momento, empezó a aclararse la garganta con varias gárgaras y lanzó un esputo directo a la cara del noble ateniense, en su defensa dijo “que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse”.

Diógenes con su candil buscando hombres honestos, J. H. W. Tischbein.
Diógenes se enfrenta, constantemente, a las normas sociales y a los poderosos, se consideraba ciudadano del mundo. Rechazaba el politeísmo vigente, por considerarlo algo impuesto, humano y superfluo, y no procesaba ninguna fe en la humanidad, casi la despreciaba. Como ilustra su anécdota del candil, que alguien le había dejado en su tinaja. Diógenes entiende que no lo necesita y medita que hacer con el candil, finalmente, decide ir con el candil encendido en la mano y a plena luz del día por las calles de Atenas gritando “busco un hombre honrado que ni con el candil encendido puedo encontrarlo”, dando a entender que no podía encontrarlo ni de día y con la ayuda de la luz del candil. Contemporáneo de Platón, un día en la Academia escuchó la definición de Sócrates y Platón del hombre como “bípedo implume”. Para Diógenes era demasiado bondadosa con el hombre, de modo que, Diógenes desplumó un gallo, regresó a la Academia y soltó el gallo desplumado vociferando “Platón, te he traído a tu hombre” provocando las risas de sus discípulos y obligando a Platón a replicar ante los suyos. Platón acabó completando la definición de hombre como “bípedo implume de uñas anchas”, respondiendo con acierto al genio de Diógenes.

Diógenes mereció un lugar central en la Escuela de Atenas de Rafael, con su célebre pose tumbado y reflexionado, debajo de Aristoteles y Platón.
Nuestro delirante cínico era satirizado y admirado a partes iguales por los atenienses, a pesar de su  indigente modo de vida era respetado por los ciudadanos de Atenas, por su feroz crítica a los convencionalismos sociales, a las diferencias de clases sociales y su nulo respeto de las normas autoimpuestas por la sociedad. Sublimó la doctrina del cinismo, como por ejemplo que los animales eran el paradigma perfecto de felicidad, como modelos de vida rebelde y autosuficiente. Por ello, Diógenes se hacía acompañar siempre de una jauría de perros con los que dormía y compartía su escasa comida y lentejas. Por ello muchos le llamaban “perro” y Diógenes les replicaba diciendo “¡Perros vosotros, que me rondáis mientras como!”. Cosmopolita y hombre de su tiempo también era crítico con los literatos que decía de ellos que leían los “sufrimientos de Odiseo” pero se desentendían de los suyos o los de la sociedad del siglo IV a.C. 

Diógenes, John William Waterhouse.
De forma sorpresiva la vida de Diógenes le lleva a Corinto, según la fuente clásica cuasi mítica del también cínico Menipo de Gadara, Diógenes fue capturado por unos piratas cuando viajaba a Egina, y fue vendido como un esclavo. Al ser vendido se le cuestionó que sabía hacer y el gran cínico contestó “Mandar. Comprueba si alguien quiere comprar un amo”. Y es comprado por un noble llamado Xeniades de Corinto, que al comprobar el potencial del filósofo le convirtió en un hombre libre y en tutor de sus hijos. Lo que es seguro es que en Corinto residió hasta su muerte y fue donde se produjo la más relevante y destacada de sus anécdotas. 

Alejandro y Diógenes, Gaspar de Grayer.
Alejandro Magno antes de marchar a conquistar Asia pide pasar por Corinto para conocer a Diógenes, el “cínico de la tinaja que vivía entre perros”. Alejandro, que había sido educado por el gran Aristoteles, al ver a Diógenes quedó admirado por ser diferente a todos los grandes sabios que había conocido. Se cuenta que Alejandro encontró a Diógenes reflexionando y tumbado al sol en la vía pública, como siempre. Al encontrarse frente al filósofo Alejandro inició la conversación diciendo “Yo soy Alejandro Magno”, a lo que Diógenes contestó “y yo, Diógenes el cínico”, entre el séquito del gran Alejandro corre el estupor ante la osadía de Diógenes “el perro”. Alejandro que pregunta el motivo de que le llamen “perro” y Diogenes le contesta de forma ingeniosa “porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo”. Acto seguido el rey macedonio al ver sus condiciones de vida le pregunta que podía hacer para ayudarle, a lo que el filósofo replicó “puedes apartarte que me estás quitando el sol, no necesito nada más”. El séquito del gran rey bramaba contra el cínico de la tinaja, pero el magno Alejandro les mandó callar y dijo “si yo no fuera Alejandro querría ser Diógenes”, al quedar impresionado por el autocontrol y dominio de si mismo que tenía nuestro delirante cínico. 

Estatua de Diógenes en Sinope. 
Según la tradición, Diógenes murió en Corinto en el 323 a.C., año en el que también muere Alejandro Magno, al igual que sobre su vida, sobre su muerte también se cuentan distintas versiones y leyendas. Yo me quedo con la que cuenta que se suicidó por propia voluntad aguantando la respiración hasta su muerte, es la que más se amolda a la delirante y genial personalidad de Diógenes, Otra versión, también muy curiosa, cuenta que murió por un cólico provocado por la ingestión de un pulpo entero y vivo, aunque creo que es poco probable ya que comía bien poco. Sea como fuere el mayor cínico de la historia murió y sus últimas palabras fueron “tras mi muerte echadme a los perros. ya estoy acostumbrado”. En la actualidad se conoce a Diógenes, por un trastorno del comportamiento que en los años 70 del siglo XX fue bautizado con el nombre del cínico de la tinaja. El llamado “Síndrome de Diógenes”, esto es, un total abandono social y personal combinado con acumulación compulsiva de objetos y basura en las casas. Obviamente, es un error llamar a ese síndrome con el nombre de Diógenes de Sinope, ya que él hacía cualquier cosa menos acumular objetos materiales. En definitiva, estamos ante una mala utilización y inexactitud histórica de la ciencia, que al menos ha servido para el nombre del “cínico de la tinaja”, uno de los grandes pensadores de la Historia, se mencione en las televisiones y prensa del siglo XXI. 

Bibliografía y fuentes
Diógenes Laercio. Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Editorial Omega, 2003.
C. Garcia Gual: 
- La secta del perro, vida de los filósofos cínicos. Alianza, Madrid, 2005. 
- Vida de los Filósofos ilustres. Alianza, Madrid, 2007. 
C. Cervera. La Historia de Diógenes de Sinope, el filósofo griego que vivía en el indigencia. ABC, Madrid. 2015.

Imágenes: Wikipedia y Wikimedia.

Comentarios

  1. Hola, Pedro: Vaya tipo tan especial, Diógenes. Me ha encantado el post. Sublime su respuesta "puedes apartarte porque me tapas el sol" y me pregunto como tú porqué se le dá su nombre a un síndrome tan alejado de su forma de actuar. Enfín, afortunadamente no le tocó vivir en nuestros tiempos, porque seguro que lo habria pasado peor.
    Que pases un buen verano! Un saludo cariñoso.

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    1. Hola Selegna, muchas gracias por comentar, saber que gente como tú lee Mundo de Babel es la razón para continuar. Si, Diógenes era un verdadero personaje libre e irreverente. Pues un gran error poner su nombre al síndrome pero la ciencia a veces se equivoca, no sabrían bien quien era Diógenes los que bautizaron ese síndrome. Diógenes en el siglo XXI pues, posiblemente, estaría en un asilo o centro mental, así somos apartamos lo diferente, todos debemos estar uniformados y globalizados.
      Otro saludo para ti, de nuevo gracias por tus palabras, y disfruta a tope del verano.

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  2. Nueva lectura gratificante, y con lo que hay hoy es mucho decir, gran Post Peter y de nuevo un puro placer poder leerte. Un abrazaco

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    1. Infinitas gracias amigo, intentaré seguir escribiendo y manteniendo Mundo de Babel y que tú lo disfrutes me ayuda a continuar. Otro gran abrazo.

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