Pasajes de la Historia XIX: El Egipto del Imperio Nuevo.

Fachada del gran Templo de Ramses II en Abu Simbel.
La decadencia había llegado al Egipto faraónico en el llamado 2º Periodo Intermedio (1773-1552 a.C.) con la llegada de los Hicsos, un pueblo de origen asiático, que había aprovechado la debilidad interna de la Monarquía egipcia de Tebas para ocupar todo el Bajo Egipto. Los Hicsos llegan a adoptar rasgos de la cultura egipcia, se proclamaron faraones, estamos ante la primera dominación extranjera de Egipto, lo que Wilson llama la “gran humillación”. Pasan algo mas de cien años hasta que Egipto se recupera de la mano de Amosis, señor de Tebas, que responde con contundencia, reconquistando el Bajo Egipto y expulsando a los invasores.

Amosis.
Amosis inaugura en el 1552 a.C. la Dinastía XVIII e inicia la época de mayor esplendor de Egipto, el Imperio Nuevo (1552-1069 a.C.). Con él Egipto se convierte en un gran imperio expansionista y militar, inaugurando un gran periodo de prosperidad y paz interior. En el Imperio Nuevo, Egipto se transforma en el estado más poderoso del mundo mediterráneo (del mundo conocido). Con los faraones de la Dinastía XVIII y XIX Egipto alcanza su periodo más brillante, es la época de los más grandes y célebres faraones  y de la construcción de los templos más impresionantes y bellos.

Tutmosis III.
Egipto es ya un gran Imperio asiático, con el propio Amosis se expande hasta el Eúfrates e inicia las campañas por Siria y Palestina, con el objetivo inicial de impedir las incursiones de hicsos y otros pueblos asiáticos. Con el gran Tutmosis I Egipto domina toda la zona de Palestina, el llamado país de Retenu. Una política expansionista que fue seguida por Tutmosis III, sexto faraón de la Dinastía XVIII (1490-1436), ante la creciente amenaza exterior de la nueva fuerza en el Próximo Oriente, Mitanni o Naharina. Tutmosis además buscaba la obtención de materias primas y proteger el comercio consiguiendo unificar todos los pueblos bajo su poder. Realizó numerosas campañas militares que desembocaron en la célebre toma de la ciudad de Meggidó y la sumisión de sus gobernantes. Que supone el control y la fidelidad de la zona del imperio Mitanni, la actual Siria. De manera que, Tutmosis III asegura y consolida el imperio asiático de Egipto, llevando la frontera hasta la quinta catarata. Por lo que se acentúa la imagen del faraón como caudillo, aumentando el peso del ejército en la vida social.

Amenhotep III.
Tras más de veinte años sin conflictos con los pueblos del Próximo Oriente las hostilidades se reanudan con Amenhotep II, hijo y sucesor de Tutmosis III. Se produce una rebelión de los pueblos de la zona contra el poder egipcio, que fue reprimida con dureza por Amenhotep II, que se presenta ya como gran Majestad de todas tierras de Nubia, Siria y Palestina. No obstante, es con Amenhotep III, coronado en el año 1402 a.C., con el que la civilización egipcia lleva a su cenit, Egipto es un grandioso imperio, que se extiende desde Nubia hasta Siria. Es la primera potencia económica del Próximo Oriente, con un extraordinario desarrollo del comercio y del lujo, al controlar las rutas comerciales más importantes.

Tutmosis III aplastando a sus enemigos en el templo de Karnak.
Durante el Imperio Antiguo el Faraón era considerado un Dios en la tierra, en el Imperio Medio su figura fue humanizada como pastor del pueblo egipcio, mientras que el Imperio Nuevo el faraón era un caudillo militar. El más grande y fuerte guerrero capaz de defender a Egipto de sus enemigos. Se le denomina “todopoderoso” y prolifera su imagen de gran triunfador gracias a la propaganda de la iconografía épica egipcia, que lo representa siempre con un tamaño desmesurado y aplastando a sus enemigos. Pero lógicamente, su poder debía estar legitimado por la divinidad, durante el Imperio Nuevo el Dios principal que se vinculaba a los faraones y a la realeza era Amón. Cuyo clero alcanzó un gran poder, al ser ellos los que coronaban al faraón en la llamada ceremonia de Teogamia o "matrimonio divino", del que supuestamente nacía el rey, otorgándole total legitimidad. Los problemas sucesorios son muy frecuentes y los faraones necesitan ese apoyo divino para acceder al trono, como el caso de la reina Hatshepsut.

Templo Deir el-Bahari de la reina Hatshepsut.
En política aparecen dos visires, uno del Alto y otro del Bajo Egipto, controlados por el faraón, que hace constantes viajes a ambas regiones, disponiendo de residencias en Tebas, Menfis y Pi-Ramses. No obstante, el gran poder de Egipto descansaba sobre su potente ejército formado por egipcios, y una proporción cada vez mayor de mercenarios o soldados profesionales. Eran también muy relevantes los tributos de los territorios vasallos, Nubia, Siria y Palestina, Y en cuanto a la sociedad teniamos los altos funcionarios de la administración y la casta sacerdotal que formaban la élite social, una clase media de funcionarios menores, comerciantes o pequeños propietarios, y el grueso de la población eran campesinos.

Akhentaón con Nefertiti y sus hijos, bajo la protección de Atón.
El final de la dinastía XVIII está marcado por el faraón hereje Akhenatón (1364-47 a. C.), durante el periodo de Amarna, por la actual Tell-el-Amarna, donde levantó su homónima capital Akhenatón. Convirtió a Atón (el disco solar) en el único dios, proscribiendo el culto a Amón, creando una nueva religión monoteísta basada en la sinceridad, libertad, amor y la naturaleza. Fue una época compleja y marcada por la tensión político-religiosa, ya que el proyecto del faraón hereje fracaso de forma estrepitosa por el gran poder de la casta sacerdotal de Amón. A su muerte se regresó al culto a Amón, y su memoria y obras sufrieron una brutal persecución y destrucción. Le suceden faraones sin importancia como el célebre Tutankhamón (ver entrada Grandes Hallazgos Arqueológicos II: La tumba de Tutankamón) o Ay. Hasta que llega al poder el general Horemhed, que a su muerte asocia el trono a un general del Delta del Nilo, que accede al poder con el nombre de Ramses I en el 1349 a.C., fundando la Dinastía XIX.

Ramses II.
Con la Dinastía XIX el enemigo principal es el imperio Hitita, que había dominado el reino de Mitanni llegando hasta las fronteras de Siria. En el 1289 a.C. llega al poder el gran Ramses II, el más famoso y longevo faraón (su reinado se extiende por seis décadas) y es Ramses II el que hace frente al creciente Imperio Hitita. El enfrentamiento contra los hititas de Muwatalli II (llamado “vil derrotado“) tiene lugar en la famosa batalla de Qadesh en el 1274 a.C. (ver entrada Pasajes de la Historia IV: La Batalla de Qadesh). El resultado de la célebre batalla es incierto, pero el faraón se adjudicó la victoria, en la primera y gran demostración del poder de la propaganda. Al reproducir la batalla en las paredes de los templos de Karnak, Luxor y Abu Simbel, gran templo construido por Ramses II tras la batalla, en el 1264 a.C. Y el relato épico conservado en el Poema de Pentaur en el que se relata la gran victoria de Ramses II contra miles de enemigos, gracias a la ayuda de Amón.

Ramses II matando a un Hitita en Qadesh, templo de Abu Simbel.
La realidad es que tras sucesivos enfrentamientos se llega a un acuerdo plasmado en el tratado de Qadesh en el 1258 a.C., el conocido como primer tratado de paz de la Historia, muy favorable para Egipto. Desde su muerte, la mayoría de los faraones son militares, el poder se fundamentaba en el mando del ejército y la obediencia de los funcionarios, siendo el templo el centro de la vida económica y social. Los sucesores de Ramses II no alcanzan la talla de grandes reyes, la Dinastía se extingue mientras que un poder formidable se cierne sobre Egipto, los célebres y enigmáticos Pueblos del Mar.

Entrada al Templo de Luxor, al fondo Pilono erigido por Ramses II.
La monumentalidad de los gran templos reales son el reflejo del poder y la riqueza del faraón, haciendo patente que contaban con el favor de los dioses. Hay una gran vinculación entre religión y poder lo que se demuestra en los sublimes templos de Tebas como Karnak o Luxor. O en los templos funerarios erigidos en la orilla opuesta de Nilo como el de la reina Hatshepsut, el Deir el-Bahari, o el de Ramses, el excepcional Ramesseum. Ramses II es el gran constructor de la historia de Egipto, mencionar Abu Simbel. Además se generaliza la erección de estatuas colosales para honrar al faraón, que dejan claro la grandeza y la divinización de los faraones del Imperio Nuevo.

Ramses III luchando contra los Pueblos del Mar, templo de Menidet Habu.
La Dinastía XX nace en el 1186 a.C con el faraón Setnajt, es una época de inestabilidad política y económica que conoce al último gran faraón de Egipto, Ramses III (1184-1153). Fue él quién derrotó en el Delta a los Pueblos del Mar, en la primera batalla naval de la Historia. Salvando a Egipto de la destrucción, a la que se vieron sometidos otros estados como: Micenas, los Hititas o Siria, que fueron asolados por los mencionados Pueblos del Mar. Ramses III (invencible y divino) salvó la civilización y el estado egipcio, aunque perdió el imperio asiático. Estamos ante el canto de cisne del prodigioso Egipto del Imperio Nuevo, a partir de Ramses III nos encontramos con faraones menores (hasta la muerte de Ramses XI en el 1069 a. C. último faraón de la Dinastía XX) que llevaron a Egipto hasta la total decadencia.

Bibliografía: 
B. Trigger. Historia del Egipto Antiguo. Crítica. Barcelona, 1985. 
J. Padró. Historia del Egipto faraónico. Alianza. Madrid, 2003.

FELIZ NAVIDAD A TODOS!

Comentarios

  1. muy buena info! me saco de apuros... facil de leer, se re entiende y esta resumida! :)

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